LA VERDAD
Los nombres de Dios son innumerables; pero, si hubiera que destacar uno, sería el de sat o satya, la verdad. Pues la verdad es Dios.
La verdad sólo podemos encontrarla si la buscamos en nosotros mismos, nunca a base de argumentos y discusiones.
Si alguien lee «Dios», en vez de «verdad», es lo mismo.
El conocimiento de la verdad no es posible sin ahimsa, no violencia. Por eso se ha dicho también que ahimsa es la ley suprema, dharma.
¿Cómo puede creer alguien en la verdad si no cree en la no violencia?
Si no se puede hacer realidad la no violencia, tampoco es posible hacer realidad la verdad.
¿Cómo puede conocer la verdad alguien en cuya alma bullen constantemente las pasiones? El bullir de las pasiones en el alma es como una tempestad en el océano. El timonel que sujeta con fuerza el timón durante la tempestad se salva. Y sólo el que se apoya en el rama-nama (invocación del nombre de Dios) sale victorioso de la tempestad del alma.
Guardémonos del saber engañoso. Es el saber engañoso lo que nos mantiene alejados de la verdad o nos aparta de ella.
Aun la más pequeña falsedad echa a perder al ser humano, del mismo modo que una gota de veneno arruina todo un mar.
El mundo está lleno de contradicciones. Detrás de la aflicción se esconde la felicidad, y detrás de la felicidad la aflicción. Donde brilla el sol también hay sombra; donde hay luz también hay oscuridad; donde hay nacimiento también hay muerte.
La liberación de todo consiste en no dejarse afectar por estas contradicciones. El método para vencerlas no consiste en deshacerlas, sino en elevarse por encima de ellas y ser absolutamente libre de toda supeditación a ellas.
Cuanto hemos dicho hasta aquí muestra que la clave de la felicidad consiste en honrar la verdad, dadora de todas las cosas.
Tenemos que sacrificarlo todo en el altar de la verdad. No queremos aparecer como lo que somos, sino mucho mejores. Si somos débiles, ¡qué bueno sería para nosotros aparecer como tales...! Pero, si deseamos crecer, debemos actuar y pensar con nobleza. Y si esto no es posible, debemos aparecer como débiles. Así alcanzaremos un día la anhelada altura.
Una causa justa nunca fracasa: a la postre, una palabra sincera nunca daña. Todo el mundo está de acuerdo en que es una insensatez hacer el mal.
Pero la idea de que un buen fin justifica el empleo de unos medios perversos debe considerarse como una insensatez aún mayor. Si somos escrupulosos en cuanto a los medios, el buen fin vendrá necesariamente por sí mismo.
MAHATMA GANDHI - Extractos de "Quien sigue el camino de la Verdad no tropieza"
Mabel......
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